La ansiedad, sin lugar a duda, está muy relacionada con el estrés. Conviven juntos, una no vive sin el otro. Ante esta emoción negativa, mi primera reacción siempre es orar, y créeme que resulta, pero muchas veces nuestra mente toma el control de nuestras emociones y no permitimos que Dios obre en nosotros.

Si esto fuera así de fácil, que una oración lo resolviera todo, no habría cristianos con estrés, ni con depresión, ni con sentimientos negativos, ni adolescentes que atentan contra sus cuerpos. Esta es un área en la que Dios no puede entrar si primero no le damos acceso. Y para darle acceso debemos entender lo que pasa en nuestro cuerpo, mente y corazón cuando cosas negativas atentan contra nuestra vida. Cuando alguien está muy ansioso por una situación determinada, ¿cuál es el primer consejo que solemos dar?: “Cálmate”, ¡pero es lo peor que podemos decir! La reconocida psicóloga social Amy Cuddy, profesora de la Harvard Business School, afirma que la ansiedad es una emoción de alto nivel de activación. Esto significa que cuando estamos ansiosos, entramos en estado de vigilancia, estamos muy alertas.