Durante la segunda guerra mundial cuando en un momento dado se acabó la morfina, las enfermeras comenzaron a dar inyecciones con una solución salina y resultó que los soldados comenzaron a sentir alivio a su dolor. Esto se llama efecto placebo: lo que creemos se manifiesta en nuestro cuerpo físico. Cuando la gente hace grandes cambios en su alimentación, comienza a sentirse mejor, aunque no sea la dieta del todo correcta; un gran cambio como éste, crea el efecto placebo.
La curación de nuestro cuerpo tiene que ver con la relación que tenemos con Dios, con las personas que nos rodean y con nosotros mismos, es decir, con el respeto y la valoración que nos damos.
Cuando miramos nuestra vida en perspectiva podemos ver que ésta se resume en las historias que nos contamos. Ante una situación de estrés, cómo vivimos esa historia y la lectura que le damos a la misma, es lo que recordaremos de ese momento, ya sea algo positivo o negativo.
La psicología positiva, fundada por Martin Seligman en la Universidad de Pensilvania, hace una diferencia entre pesimistas y optimistas. Cuando pasamos por una situación de estrés los humanos reaccionamos de la misma manera a los acontecimientos, se trate de una multa de tránsito, o de una grave enfermedad. Siempre volvemos a nuestra misma historia, a nuestra razón o justificación por la que nos ocurre algo malo.
Las personas que tienden al pesimismo y a sentirse indefensas hacen lo que llamamos “atribuir”. Seligman lo llama las 3 características del pesimismo y la indefensión, y estas son:
- Personal: me culpo a mi mismo. “No tenía que haber tomado esa decisión”.
- Generalizado: toda mi vida cae en un desastre. “Perdí mi trabajo, mis hijos no me escuchan”
- Permanente: uno está estancado en una rutina y no logra imaginar que podría ser diferente, porque esa es mi historia y me aferro a ella: “Estoy destinado al fracaso”
Debemos aprender a ser tolerantes al estrés y ante una dificultad, poder ver el desafío y decir: “tengo que enfocarme en lo que realmente está pasando, en vez de enfocarme en toda mi vida”. Si cambias tu historia, cambias tu vida.
El perdón está totalmente relacionado a cambiar las historias de injusticia que tenemos. En un estudio realizado a mujeres que habían salido de una relación abusiva o traumática, les pidieron que se centraran en las fuerzas que demostraron al salir de la relación, en las que ellas eran heroínas, lo que hizo una gran diferencia.
La próxima vez que atravieses una situación estresante, pregúntate: ¿qué beneficio obtuve al pasar por ese período difícil?
Esto hará que busques en tu interior y una historia diferente aparecerá.
Dios va guiando tu vida, pero si no cambias la forma de ver tu vida, nunca podrás sacar el aprendizaje que te dejó dicha experiencia. Puedes pasar días enteros orando, haciendo ayunos para que Dios te haga superar un mal momento, pero no servirá de nada si no aprendes a cambiar la perspectiva de cómo miras esa situación.
Deja ir las emociones negativas, perdónate y podrás reescribir tu historia.
